Las revisiones sistemáticas hallan pruebas inadecuadas sobre el uso de bloqueadores de la pubertad y hormonas para el malestar de género

10 abr 2024 BMJ

Dos revisiones sistemáticas de la investigación disponible, publicadas en Archives of Disease in Childhood, concluyen que los datos sobre el uso de bloqueadores de la pubertad y hormonas en niños y jóvenes que sufren trastornos relacionados con el sexo son totalmente insuficientes, por lo que resulta imposible evaluar su eficacia o su impacto en la salud mental y física.

De los 50 estudios incluidos en la revisión que analizaban la eficacia de los bloqueantes de la pubertad para los adolescentes con cuestionamiento de género, sólo uno era de alta calidad, lo que llevó a los autores a concluir que, aunque la mayoría de los estudios sugerían que el tratamiento podía afectar a la salud ósea y la estatura: "No se pueden extraer conclusiones sobre el impacto en la disforia de género, la salud mental y psicosocial o el desarrollo cognitivo."

Del mismo modo, de los 53 estudios incluidos en la revisión sobre el uso de hormonas masculinizantes y feminizantes, sólo 1 era de calidad suficientemente alta, con pruebas escasas o poco consistentes sobre resultados clave, como la satisfacción corporal, los resultados psicosociales y cognitivos, la fertilidad, la salud ósea y los efectos cardiometabólicos.

Igualmente preocupante es que la mayoría de las 23 directrices clínicas no son independientes ni se basan en pruebas, concluye otra revisión de la serie. Los vínculos entre las pruebas y las recomendaciones son a menudo poco claros y se basan en gran medida en dos directrices internacionales (la Asociación Mundial de Profesionales de la Salud Transexual y la Sociedad de Endocrinología) que carecen de rigor científico, afirman los autores.

Una cuarta revisión señala que, si bien las directrices coinciden en la necesidad de apoyo psicosocial, no hay consenso sobre quién debe participar en su prestación, o si ésta debe ser diferente para niños y adolescentes. Y no hay prácticamente ninguna orientación sobre la mejor manera de apoyar a los que aún no han alcanzado la pubertad o cuya identidad es no binaria.

Las revisiones forman parte de una serie encargada a la Universidad de York para informar la revisión independiente de hoy sobre los servicios especializados para el creciente número de niños y jóvenes remitidos con disforia de género; angustia causada por una falta de correspondencia entre el sexo de nacimiento y la identidad de género.

En una entrevista concedida a The BMJ antes de la publicación del informe, la Dra. Hilary Cass, su autora, señala que no hay pruebas que sugieran que los bloqueantes de la pubertad ayuden a niños y jóvenes a "ganar tiempo para pensar" o a mejorar su bienestar psicológico.

Lo único que podemos decir de forma tangible es que, sobre todo en el caso de los varones registrados al nacer, si se les impide que se les quiebre la voz y les crezca vello facial, puede que lo pasen mejor en la edad adulta. Pero incluso eso no está exento de reservas".

Dra. Hilary Cass, autora

Cass también reconoce que hubo un momento en que "la práctica se desvió de las pruebas clínicas" y añade que "desgraciadamente no hay pruebas de que el tratamiento de afirmación de género, en su sentido más amplio, reduzca el riesgo de suicidio".

Cree que el sistema sanitario y la sociedad han "defraudado" a los jóvenes, e insiste en que los niños y jóvenes con problemas de género que busquen ayuda en el SNS deben poder acceder a una amplia evaluación holística a cargo de un equipo multiprofesional que incluya pediatras, psiquiatras infantiles y expertos sanitarios.

"Tener esa amplitud significa que puedes desarrollar un plan adecuado y contar con las personas adecuadas para afrontarlo", afirma.

A la pregunta de qué diría a los niños y jóvenes, sus familias y cuidadores, responde: "Tenemos que escucharles. Tenemos que explicarles los puntos débiles de las pruebas. Pero lo más importante es que encontremos formas de ayudarles a sentirse mejor consigo mismos para que no se angustien tanto."

En un artículo de opinión para The BMJ, la escasez de pruebas de buena calidad lleva a Cass a concluir que la medicina de género está "construida sobre cimientos poco sólidos".

Explica que ahora la asistencia se prestará a través de una red de centros regionales que trabajarán en colaboración siguiendo los mismos protocolos clínicos, con la investigación y la recogida de datos integradas desde el principio.

"Independientemente de si [los niños y jóvenes] eligen o no una transición social o médica a largo plazo, necesitan apoyo para ayudarles a prosperar y cumplir sus objetivos vitales", escribe.

"Espero que este sólido modelo de equipo multidisciplinar, con prestación de servicios en red e investigación integrada, anime a más médicos con experiencia en salud infantil y adolescente a trabajar en esta área en evolución de la práctica clínica", concluye.

En un editorial vinculado que acompaña a las revisiones en Archives of Disease in Childhood, la Dra. Camilla Kingdom, Presidenta saliente del Royal College of Paediatrics and Child Health, explica: "Este grupo de niños y jóvenes es especialmente vulnerable porque, sencillamente, no se atienden sus necesidades de salud y bienestar.

"Tenemos un planteamiento global holístico de la atención a bebés, niños y jóvenes centrado en sus necesidades, que hasta ahora no se había trasladado a la prestación de servicios de género. Ahora tenemos una importante oportunidad de recuperar el tiempo perdido".

Noticias relacionadas