La carencia de yodo podría estar reapareciendo debido a los cambios en los hábitos alimentarios de las comunidades canadienses

La carencia de yodo, un problema de salud pública resuelto hace décadas, puede estar reapareciendo debido a los cambios en los hábitos alimentarios, según nuevas conclusiones de investigadores de la Universidad McMaster.

Los científicos midieron los niveles de yodo en muestras de orina recogidas de 800 adultos en Vancouver, Hamilton, Ottawa y Quebec.

"El yodo es un micronutriente esencial que es relevante para la fertilidad, el desarrollo cognitivo y la salud inmunológica", explica Philip Britz-McKibbin, profesor del Departamento de Química y Biología Química y autor principal de un nuevo estudio que analiza los niveles de yodo en adultos en algunas comunidades canadienses.

El yodo desempeña un papel clave en muchas funciones de la salud, ya que es necesario para la síntesis de la hormona tiroxina, especialmente durante el embarazo y para el desarrollo de la infancia. Alrededor de mil millones de personas en todo el mundo tienen una carencia de yodo y es la principal causa prevenible de deterioro cognitivo irreversible en los niños.

Los resultados, publicados recientemente en la revista Nutrients, mostraron una sorprendente variación regional en el estado del yodo en todo Canadá.

Mientras que los residentes de Hamilton y Ottawa mostraban niveles de yodo suficientes, los de Vancouver y la ciudad de Quebec presentaban con mayor frecuencia una deficiencia de yodo y mostraban una mayor exposición a los inhibidores de la captación de yodo, que impiden su absorción por el organismo.

Es un doble golpe. Si la ingesta de yodo en la dieta es baja y, además, se está expuesto a los omnipresentes inhibidores de la captación de yodo en el medio ambiente, como el nitrato y el tiocianato, el riesgo de padecer una carencia de yodo es aún mayor. Estas variaciones regionales en el riesgo de deficiencia de yodo entre los canadienses no se habían notificado antes".

Philip Britz-McKibbin, Profesor del Departamento de Química y Biología Química

El equipo identificó tres fuentes principales de yodo: los suplementos de yodo, la hormona tiroxina prescrita y la dieta.

El yodo se encuentra en muy pocos alimentos, y la mejor fuente natural son las algas marinas, dice Britz-McKibbin. También se encuentra en los mariscos, en la sal de mesa yodada a propósito y en los lácteos, por casualidad.

"La mayor parte del yodo presente en los productos lácteos procede de las prácticas de saneamiento. Los antisépticos a base de yodo suelen utilizarse en los pezones de las vacas entre el ordeño y se filtran al suministro de leche", explica. Las diferencias en estas prácticas hacen que el contenido de yodo de la leche y los productos lácteos varíe significativamente entre regiones.

La carencia grave de yodo sólo se da en raras ocasiones en Canadá. El bocio, una inflamación de la glándula tiroides en el cuello causada por una carencia grave de yodo, no se observa con frecuencia, pero los efectos subclínicos de la carencia de yodo moderada y leve siguen siendo preocupantes.

"La introducción de la sal de mesa yodada ha supuesto un gran éxito para la salud pública, ya que ha evitado los trastornos por carencia de yodo que provocan el bocio", afirma Britz-McKibbin. Sin embargo, las recientes tendencias en la alimentación y la cocina están cambiando la eficacia de los programas de yodación universal de la sal. Por ejemplo, cada vez hay más personas que siguen dietas vegetarianas y veganas o que utilizan productos de sal no yodada, lo que podría dejarles sin yodo.

La gente tampoco cocina en casa tanto como antes y consume más alimentos procesados, que pueden tener un alto contenido en sal, pero no necesariamente yodada.

Mientras tanto, los mensajes de salud pública que sugieren que la gente reduzca su consumo de sodio, pueden estar limitando otra fuente de yodo en la dieta.

"Reducir la sal a niveles extremadamente bajos puede provocar deficiencias de yodo, por lo que las políticas de salud pública dirigidas a la reducción de la sal deberían tener en cuenta estos daños no deseados", afirma Salim Yusuf, coautor del estudio, que es director ejecutivo del Instituto de Investigación en Salud de la Población y profesor universitario distinguido de Medicina en McMaster.

Britz-McKibbin afirma que es necesario conocer mejor el yodo, lo que podría venir de la mano de análisis más regulares de los niveles de yodo, ya que una ingesta excesiva de este elemento también puede contribuir a efectos adversos para la salud

"Un seguimiento periódico nos permitiría obtener una evaluación del estado nutricional de yodo de una población, y la sanidad pública podría modificar sus orientaciones en función de esa información", afirma, y señala que Dinamarca, Australia y Nueva Zelanda han empezado a fortificar el pan con sal yodada.

"Con los cambios en la dieta de las personas, puede ser el momento de replantearse cómo mejorar la ingesta de yodo, quizás fortificando ciertos alimentos básicos o bebidas que garanticen que la mayoría de la gente ingiera los niveles adecuados para una salud óptima."

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