Para evitar el calentamiento global debe cambiar todo el sistema alimentario

Por el doctor Liji Thomas, MD 5 de junio de 2019

A menos que estemos dispuestos a cambiar nuestra forma de ver la alimentación y la agricultura, las estrategias contra el cambio climático fracasarán, afirma un nuevo informe del Programa de Investigación del GCIAI sobre Cambio Climático, Agricultura y Seguridad Alimentaria (CCAFS). El informe, titulado "Food and Earth Systems: Priorities for Climate Change Adaptation and Mitigation for Agriculture and Food Systems" se publica en la revista MDPI Sustainability,

Traditional livestock system in Colombia. Image Credit: Neil Palmer / CIAT

Sistema ganadero tradicional en Colombia. Crédito de la imagen: Neil Palmer / CIAT

El cambio climático mundial, o calentamiento global, ha sido durante mucho tiempo una amenaza que ha impulsado innumerables debates nacionales e internacionales sobre el cambio de políticas. Sin embargo, la agricultura y el sistema alimentario han quedado sistemáticamente al margen de tales debates, debido sobre todo a otras cuestiones. Entre ellas se encuentran cuestiones como los compromisos obligatorios de cambios agrícolas que podrían afectar a los pequeños agricultores, las limitaciones a la expansión de las tierras de cultivo, los retos tecnológicos en el control del carbono por parte de los pequeños agricultores y la restricción del comercio en zonas agrícolas con altas emisiones, que podría afectar gravemente a los agricultores orientados a la exportación.

La mayor resistencia a la acción contra el cambio climático se produce cuando se trata de cambiar el sistema alimentario, según el análisis del CCAFS.

Ana María Loboguerrero, responsable del CCAFS, lo resume así: "Si pensamos en el aumento de dos grados, los esfuerzos deben ir más allá del sector agrícola. Esto significa reducir las emisiones deteniendo la deforestación, disminuyendo la pérdida y el desperdicio de alimentos, reduciendo las emisiones de la cadena de suministro y replanteando las dietas humanas, si realmente queremos encaminarnos hacia ese objetivo."

Desperdicio de alimentos

Una forma es reducir el desperdicio de alimentos.

La agricultura, junto con la silvicultura y el uso del suelo, causa una cuarta parte de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Aproximadamente la mitad (10-12%) se debe únicamente a la agricultura. Por otra parte, hasta un tercio de los alimentos producidos en las granjas se desperdicia, lo que provoca otro 8% de las emisiones.

En los países en desarrollo, la mayor parte de los residuos se producen durante la producción de alimentos, pero en las regiones industrializadas se pierden muchos más durante el consumo.

Ahorrar tan sólo una cuarta parte de este despilfarro alimentaría a 870 millones de personas al año, más de los 820 millones que se calcula que sufren malnutrición en la actualidad, y, lo que es igual de importante, reduciría las emisiones agrícolas y beneficiaría a los pequeños agricultores, que suelen ser los más perjudicados por el cambio climático.

Los agricultores tardan en adoptar prácticas de bajas emisiones. El objetivo de reducción de emisiones para 2030 es de 1 gigatonelada (GT), lo que equivale al 1% de las emisiones mundiales anuales actuales. Los cambios actuales en la agricultura sólo pueden aportar entre un 20% y un 40% de esa cifra, como máximo.

Cambiar los patrones alimentarios

Una segunda forma es cambiar la manera en que comemos.

En 2000, la ganadería de carne y leche produjo alrededor del 18% de las emisiones de gases de efecto invernadero causadas por el ser humano, incluidas la deforestación y las prácticas de uso de la tierra. Es posible que aumente hasta el 25% en 2050, a medida que aumenten la población y las tasas de consumo de carne.

Los sustitutos de la carne y el ganado de bajas emisiones son algunas de las posibles soluciones que se están estudiando para alcanzar este objetivo. Sin embargo, reflexionar sobre las dietas tradicionales e introducir cambios es importante para mitigar el cambio climático.

Evitar la deforestación intensificando la agricultura

Una tercera medida consiste en ayudar a los agricultores a utilizar mejor sus tierras. Esto debería hacerse preservando la fertilidad del suelo y, si se aplicara en sólo 20 países tropicales, podría reducir las emisiones en 1,3 GT al año.

La presente revisión de 160 artículos sobre sistemas alimentarios y agricultura en todo el mundo se centra en las cadenas de suministro alimentario y las pequeñas explotaciones agrícolas familiares de los países en desarrollo. En ellas se emplea el 87% de la superficie agrícola mundial para alimentar a 2.500 millones de personas. Producen entre el 3% y el 4% de las emisiones mundiales (un tercio de las emisiones de la agricultura), pero serán las más afectadas en caso de cambio climático.

Entre las medidas para ayudar a los pequeños agricultores a adaptarse y sobrevivir se incluyen:

  • un acceso tecnológico mejor y más amplio a los datos climáticos y de mercado pertinentes
  • seguros de cosechas para promover la resiliencia y superar los riesgos de productividad y comercialización
  • cobertura de seguridad social frente a fenómenos climáticos extremos que amenacen sus medios de vida
  • acceso y formación en agricultura climáticamente inteligente para aumentar la productividad, adaptarse al cambio climático y reducir las emisiones.

Planificar la migración inevitable

La migración forzada ya es inevitable para cientos de millones de agricultores y sus familias debido a las fuerzas que ya se han puesto en marcha, como la desertificación, la subida del nivel del mar y la pérdida de fertilidad del suelo. Para estas personas, los responsables políticos deberían planificar cómo mitigar su angustia y ayudarles a vivir mejor en sus nuevos barrios.

Resumen

La mayoría de la gente preferiría aprender a hacer frente al cambio climático, en lugar de mitigarlo reduciendo las emisiones de GEI en la agricultura. Los agricultores pueden resentirse por no tener libertad para cultivar como quieran, y puede costar más. Sin duda, será un ejercicio costoso para las economías agrarias.

Sin embargo, a largo plazo será mucho más caro hacer frente al cambio climático, mientras que la mitigación puede evitar gran parte de ese gasto. El truco consistirá en introducir estrategias de adaptación que también mitiguen el cambio climático, y a partir de ahí pasar a debatir la mitigación propiamente dicha.

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